viernes, 13 de junio de 2014

Como cagarla sin quererlo 2.0

Por si lo de la última entrada os supo a poco, hoy traigo otra de mis cagadas desde que soy auryner.
Como ya os he adelantado, el verano pasado me fui a Lanzarote con mi hermana y Sara con un único objetivo: ver a los chicos. Harían una firma y actuarían en el 40Pop, la segunda vez que los íbamos a ver. Histéricas perdidas nos hallábamos.
Después de casi 13 horas de barco (con escala en Gran Canaria de una hora; llegamos a las 7 de la mañana), nos fuimos al apartamento esperando con ilusión lo que nos depararía el día siguiente, pues nos quedábamos justo al lado del hotel y la playa donde iban a estar los chicos. Ese sábado 6 de julio fue casi perfecto. Les vimos en el hotel, en la firma y en el concierto, yo incluso tuve la oportunidad de ver a Carlos y a David más tarde, situaciones algo incómodas, pero divertidas.

Antes de llegar creíamos que todo quedaría ahí; los chicos tenían una agenda apretada y no sabíamos cuando volveríamos a verlos, pero como David es un poco bocazas, nos chivó que se quedaban de vacaciones unos días. Por eso, el domingo fue el día de la tortura.
Veréis, yo tengo familia en la isla, y como queríamos un verano digno, decidimos quedarnos hasta el martes para conocer Lanzarote. El domingo fue caótico porque lo pasamos sintiendo a los chicos tan cerca y a la vez tan lejos. Sabíamos que estaban allí, veraneando, pero no en que lugar. Ni siquiera la zona. Pero bueno, teníamos el consuelo de que el lunes nos tocaba un poco de playa. Puerto del Carmen-Fariones, la zona más especial para mi, pues guardaba recuerdos de mi anterior visita.

Y, cosas de la vida, ese mismo domingo, por la noche, nos enteramos (porque mi prima conoce perfectamente los rincones de su isla y es muy observadora) que estaban allí. O por lo menos era lo que salía en las fotos de David. MIERDA MIERDA MIERDA ME DA ALGO. Eso era lo único que podía pensar. Pero la playa era grande. Y tampoco es que fuésemos a tener suerte. Y también eramos conscientes de que ahora no eran Auryn, eran unos jóvenes y sus amigos, de vacaciones. Pero estar tan cerca te pone nerviosa, porque pasas de no verlos nunca a tenerlos a 10, 5, 2 kilómetros. O en el mismo McDonalds que tú.

Si recuerdo perfectamente algo de mis vacaciones en Lanzarote es ese momento. Tras habernos encontrado en la playa con Cris, Esther, Nuria y Julia, compartir momentos de incertidumbre y baños, llegó la hora de comer. Decidieron ir al Burguer, y a mi como no me gusta nada, me dio por obligar a mi hermana y a Sara a subir una cuesta odiosa e ir hasta el McDonalds. Cuando ibamos a pedir, miré en dirección a la puerta. Y pasaron. David y Dani. Zipi y Zape. ¿QUE MIERDAS HACÍAN AHÍ? ¿NO PODÍAN COMER EN OTRO LADO? Y los amigos. Y me puse nerviosa. Me dieron el cambio y se me calló a la bandeja. Un show. Luego llegaron las observas desde lejos, desde el anonimato. El respeto a veces es esencial. Pero pronto les reconocieron niñas, locas... de todo un poco. Gritaron que iban a seguirlos, y yo, con todo mi morro, fui a avisarles. Bueno, a Clara. Y me llevé dos besos de David y de Dani gratis. En fin, que resumiendo, como sabíamos que quizá no les veríamos más en mucho tiempo, pasamos al nivel de: buscarlos. Incluso les hicimos un dibujo en la arena para que se dignasen a salir del hotel. Muy frikis.


Ese día, nuestro último día en teoría, no les vimos más. Ni rastro de Carlos, Blas y Álvaro. Pero sabíamos donde se quedaban. Sabíamos que estaban allí y nos marchábamos sin verles de nuevo. Creo que eso nos martirizaba. Tanto, que decidimos quedarnos un día más. Pero ya no solo por ellos, si no por el vínculo que habíamos creado con Nuria, Julia, Esther y Cris.Y el siguiente día fue un show. Desayunando, llegando en los taxis, comiendo, en la playa, saliendo a pasear. Les veíamos todo el rato, de lejos, pero estaban ahí. Y no se, algo dentro de mi me decía que estaba viviendo un privilegio. No me atreví a acercarme, pero me encantaba sentir sus presencias (vaya gilipollez, ¿no?) Pues veréis, la cagada viene a continuación.

Una vez descubierto que Blas y Álvaro no estaban, que Carlos estaba enfermo y que Franchejo y Salva también se encontraban en la isla, decidimos esperarles por la noche y al menos despedirnos. Pero no fuimos capaces. No queríamos incordiar, no se... Era una situación muy compleja. Nos fuimos y el drama amenizó el viaje de vuelta. Mientras, Julia y cía. seguían allí, se quedaron más días. Y volvieron a verlos. Y ellos les vieron. Y Franchejo, a quien, por cierto, solo vi un día de espaldas, pensó que tenía controlada la situación, que aquellas personas que observaban eran una especie de acosadores. Los días siguientes Sara se atrevió a tuitear que haberse quedado sin conocer a los cerditos, le había dolido. Pues atención a la respuesta de Franchejo.

O sea, ¿perdona? Si ni siquiera te vimos de cerca. Ni te saludamos. Ni sabes quienes somos. No entendí nada. Vamos, que nos llamó Acosadoras por la cara (bueno, la cara no porque debió confundirnos con el resto, a quienes nos queda claro que si que vio). Fue ahí donde nació la idea de llamar a nuestro grupo Acosadores (@AcosadoresAuryn) y la verdad, que aunque de muchas cosas me arrepienta, pienso que este señor se confundió totalmente. Si yo hubiese querido, me habría acercado todas las veces que me cruzaba con David y Clara, o todas las veces que veía el torso de Dani en la arena. Pero conozco la palabra respeto, y si soy una Acosadora por compartir el mismo espacio que ellos (sin querer) y hacer uso de mi sentido de la vista, lo siento, no soy perfecta.
Siempre estaré orgullosa de ser respetuosa y no colarme en los hoteles (por lo menos cuando estén ellos), pero jamás podrá caerme bien este señor. Y con su odio hacia Canarias no lo arregla.


¿Y tú? ¿Te los has encontrado alguna vez por casualidad? Si quieres, cuéntame :)


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